lunes, 4 de octubre de 2010

Y lo que opinen los demás...

Cuando le oí afirmar con ridícula convicción que nuestro cuerpo era, literalmente, tonto, me quedé helada. E instantáneamente, me pregunté, ¿cómo puede alguien que ha dedicado un gran esfuerzo y muchos años de estudio a la Medicina calificar a la estructura más perfecta y compleja de todos los seres pluricelulares con un apelativo tan simple como absurdo?
Toda nuestra vida, nuestras risas y llantos, nuestras cicatrices, y hasta nuestro modo de caminar se basan en el correcto funcionamiento de los aparatos y sistemas que componen el cuerpo humano, por no hablar de la intrincada y fascinante red neuronal que define nuestra personalidad. Y esa persona, profesora titular de la universidad, para más inri, no sólo empleó el término máquina reiteradamente para definirlo, cosa que me parece espantosa, puesto que, en palabras de Kant, el hombre es algo más que una máquina, sino que, además, lo redujo a tan insignificante adjetivo.
Me parece increíble que alguien pueda estar dedicándose a algo que considera sumamente imperfecto y poco motivante. ¡Vaya pasión tiene que ser la suya, señora!

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