Me gustaría decirte que echo tanto de menos tu cuerpo… y por
más que hablas e insistes, interrogas, no me salen las palabras que te digan
que daría una vida entera por volver a hacerte el amor en el sofá.
jueves, 12 de marzo de 2015
sábado, 1 de noviembre de 2014
El puente.
Justo en el momento en que desde la ventana de casa -los cristales empapados de lluvia- lo veía alejarse con la maleta después del que, posiblemente, fuera su último encuentro, se dio cuenta de que quizás y en contra de lo que siempre había creído, nunca hubiera llegado a cansarse de él.
martes, 30 de septiembre de 2014
Réquiem
Te vi pasar de largo hablando por
teléfono mientras yo esperaba sentada enfrente de aquel antro a que alguna
casualidad nos sucediera. Así que te llamé a voces, y en el mismo momento en
que me miraste y me dijiste con la mano que esperara, supe que acabarías por no
contestarme un mensaje cordial que te enviaría once meses después de
conocernos.
Y por qué por qué por qué lo
hiciste, por qué conseguiste que el estomaguillo se me encogiera hasta el punto
de no precisar un corazón que tirase de mis entrañas porque ya yo toda era sólo
ese punto, ese punto minúsculo de células y mucosa y ácido clorhídrico que
abrasaba los pies, las manos y hasta la garganta.
Me quedé muda. Muda de dolor y de
vacío.
Y ahora que finjo que has muerto,
que te ha pasado algo y que ya no existes más en este mundo, el hueco de la
Tierra que habitaba tu nombre ha terminado por destruir nuestro planeta.
viernes, 29 de agosto de 2014
Vivir su vida.
El único francés que aprendí durante mi estancia en París fue la palabra interdit, que significa prohibido.
lunes, 21 de julio de 2014
El túnel
Estación de Ríos Rosas, andén número 2 con dirección Gran Vía. Me siento
en uno de los bancos de piedra que están anclados a la pared y sudo. Y
pienso que el sudor va a resbalar por la espalda y va a inundar el
vestido verde y el bolso y hasta las sandalias y que cuando salga a la
superficie no seré más que una gotícula andante de residuos y desechos y
sal. Falta un minuto para que el tren llegue a la estación, anuncia una
pantalla digital con letras rojas y amarillas, y una niña gatea por el
banco y se sube y me empieza a enredar el pelo. Hay veces que la vida
pasa sin que nos demos cuenta. Hay veces que en un andén de metro los
eruditos encuentran el sentido de la existencia humana. Me subo a un
vagón medio vacío y en la siguiente estación (Iglesia, creo, o puede que
Bilbao) un chico larguirucho, moreno, con barba, se sienta a mi lado y
abre un libro y se abstrae y yo no sé si de verdad está leyendo o es que
la tinta de las letras Times New Roman ejerce algún potente magnetismo
sobre sus pupilas. Y tú, en qué estarás pensando ahora... Estoy mirándole y
luego miro al libro "Poemas y canciones" de Bertol Brecht. Esto que vais a leer está en verso. Lo digo porque acaso no sabéis ya lo que es un verso ni un poeta.
Es un soñador, sin duda. Porque es de todos conocido que los chicos que
leen poesía son unos soñadores. Mi pierna roza con la suya y en ese
momento deseo que la fragua de Vulcano se haga carne, que hagamos el
amor contra las barras llenas de bacterias y huellas dactilares. Amor
mío, amor mío, quiero saber lo que es un orgasmo para un poeta. Pero él
se baja en Alonso Cano o en Callao o a lo mejor en ninguna porque son
líneas distintas y las puertas se cierran y yo ya no sé si Bertol Brecht
tenía razón ni cómo terminaba su poema.
domingo, 6 de abril de 2014
Primer amor
Apareciste una tarde de julio en la bandeja de entrada de mi Tuenti.
Hacía años que no te veía, pero en tu foto parecías guapo. Así que
venga, dije, yo te sigo.
Me cogiste del alma y me llevaste por
esos senderos de la literatura que yo, a mis dieciocho años, nunca había
pisado más que a la hora de aprender nombres de autores y fechas y
títulos de libros y poemas en las clases del bachillerato. Me hablaste
de Camus (Camí) y de Cortázar, y yo creía que eso era el amor. No
parabas de recomendarme películas y de reivindicar el independentismo.
Visca Catalunya lliure!, gritabas en nuestras citas, ¡Viva Andalucía
libre y socialista! Y yo que no entendía de lo que hablabas.
Me
besaste a la puerta de un garaje y tu boca sabía a alquitrán a arsénico a
cianuro al humo del tabaco que acababas de comprar, y tu lengua se movía
sin control dentro de mi boca y yo pensé que no sabías besar. Y tus
manos encontraron mi cintura y me susurraste al oído que te quiero. Y yo
quedé paralizada ante los besos la emoción el encuentro las palabras el
aliento Lucky Strike el letrero luminoso de la caja de ahorros y fue
entonces cuando mi madre llamó al móvil y me dijo que volviera a
casa.
Cuando estaba a punto de enamorarme de ti, apareció otro
muchacho, mudo, de provincias. No me dijo nada, no me habló de la lucha
del proletariado ni del latín ni de los versos que componen una lira. Me
invitó a un Nestea y me sonrió y en ese momento supe que aquello era el
amor.
Y te olvidé olvidé las tardes de verano a la sombra de un
café los besos frente a la catedral tu camisa de rayas el olor de la
colonia que llevabas tu infinita sapiencia y lo inmensamente azules que
se volvían tus ojos cuando me mirabas.
martes, 8 de octubre de 2013
Basura
Creo que häy algo
que nunca te confesé:
desde que me contaste aquello,
aborrezco el cine francés.
que nunca te confesé:
desde que me contaste aquello,
aborrezco el cine francés.
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