jueves, 14 de octubre de 2010

De olores y niños

Cuando crucé la carretera, el perfume de la mujer que caminaba delante de mí me atravesó como una flecha.
Era el olor de una infancia ya pasada, de mañanas de juegos y recreos, de cromos, balones, rodillas peladas y juramentos de amistad eterna. Pero había uno que destacaba entre los demás: el olor de mamá.

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