domingo, 3 de octubre de 2010

Matar a un ruiseñor

- ¿Cuántos años tenías cuando te regalaron tu primera escopeta, Atticus?
- Trece o catorce. Recuerdo muy bien cuando mi padre me la dio. Me advirtió que no debía apuntar nunca contra nada de la casa y sólo me dejaba disparar en el huerto contra latas vacías. Pero considerando que tarde o temprano me vencería un día la tentación de tirar a los pájaros, dijo que ya podía matar todos los grajos que quisiera, si les daba, pero que no olvidase que matar a un ruiseñor era un grave pecado.
- ¿Por qué?
- Pues supongo que porque los ruiseñores no hacen otra cosa que cantar para regalarnos el oído. No picotean los sembrados, no entran en los graneros a comerse el trigo, no hacen más que cantar con todas sus fuerzas para alegrarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario