martes, 7 de mayo de 2013

Qué razón tienes, Ben

Hablaba el otro día con mi compañera de piso acerca de que, en el mundo en el que vivimos, nada nos sorprende. Absolutamente todos los tabúes sexuales se han desmontado, estamos acostumbrados a ver imágenes de abrumadora violencia cada día en los telediarios, las noticias sobre la corrupción y los desahucios se multiplican, consideramos a las familias que duermen al amparo de los cajeros automáticos por las noches como algo normal. En definitiva, nos lo creemos todo o, mejor dicho, creemos que ya es posible que suceda cualquier cosa. Así que, ante este panorama tan sumamente desolador, tan destructivo para el alma (porque lo es), yo me pregunto hacia dónde caminamos, si hay esperanza para el ser humano o si éste es sólo el inicio de una devastadora masacre de nuestros ideales.
Sea como fuere, las palabras que en su día leyera de la mano de Ben Clark, hoy cobran más significado que nunca:


«Ya no nos sobrecoge nada. Nada
parece desasir del corazón
esta ferruginosa indiferencia
que nos tiene encantados. Ya, por fin.
Podemos ser felices ya por fin.
¡Apreciemos la imagen y la métrica!
Que estamos vacunados
contra la enfermedad; contra el amor,
contra la compasión y la ternura.»

Ben Clark.