No sabían explicar por qué, pero a pesar de que ese extraño influjo que emanaba de ella les avisaba a todas luces de que debían alejarse, no podían hacerlo.
Realmente, no deseaban que permaneciese en sus vidas, pero al mismo tiempo no dejaban de necesitarla. Como parásitos. Y, aunque sonara retorcido, casi podían afirmar que disfrutaban balanceándose en aquella frontera tan enfermiza pese a que, a menudo, les sacudían unas tremendas ganas de vomitar.
domingo, 31 de octubre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario