Aquella parecía una visión de ensueño: el agua deslizándose suavemente sobre la superficie del río casi de manera automática y el blanco y cegador brillo del cielo que la arropaba.
Sin embargo, había algo que fallaba en todo aquello. Tal vez esa ola de nieve helada que me envolvía el corazón.
viernes, 24 de diciembre de 2010
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