miércoles, 15 de diciembre de 2010

Escapar

Recuerdo aquella época de fiestas hasta el amanecer. Esos días en los que maquillábamos nuestras almas y aprisionábamos bien los miedos con un corsé. Bebíamos sin control, nos contorneábamos en cualquier bar y coqueteábamos con extraños deseando que la noche, cómplice, no acabara nunca. Ninguna lo decíamos, pero esas noches simbolizaban la perfecta vía de escape de nuestras mayores preocupaciones, ésas que preferíamos no confesar en voz alta. Daba igual, porque aunque todas lo sabíamos, fingíamos padecer una inocente e incurable ignorancia.
Aún hoy me pregunto si aquello ya terminó, o si continuamos escondiéndonos de la propia vida cada vez que salimos, bailando entre cuerpos tan ebrios de desesperanza como los nuestros.

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