De pronto, mientras comía un helado sentado en el césped de Anaya, aquella silueta apareció ante sus ojos, como si se tratase de una mística revelación.
Se levantó y se dirigió hacia ella con intención de hablarle, pero su expresión denotaba que sentía una paz tan intensa que le pareció horrible perturbarla. Y aunque sabía que las probabilidades de volver a verla eran más que escasas, retrocedió y contempló cómo su figura desaparecía al doblar la esquina.
lunes, 28 de junio de 2010
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