Tras descubrir hace días el letrero de esa calle, no pude quitármelo de la cabeza.
Desde entonces, cada vez que paso por allí -cuando la ruta coincide- lo observo con cierto ánimo esperanzador.
Siendo hoy mi último día en la ciudad y alentada por la inmediata proximidad de los exámenes, he querido permanecer en ella durante unos instantes por comprobar, tras la experiencia, si es verdad eso que anuncia. Veremos.
martes, 31 de mayo de 2011
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