Algunas veces -yo lo sé- cuando al caer la tarde levanta el toldo y, de improviso, el verdor del paisaje impacta en sus ojos, suspira.
Le apenan los días tibios y soleados. Le recuerdan a Gregorio Samsa.
viernes, 13 de mayo de 2011
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Gregor Samsa, aquel desgraciado que para librarse, sin saberlo, del mundo, se aisló sin pretenderlo. Del mundo no puede huirse. Tampoco del sol ni la tibieza.
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