lunes, 6 de septiembre de 2010

Como ganado

Esta tarde, como tantas otras veces, a las 17:30 me dispuse a tocar el piano.
Cuál ha sido mi sorpresa cuando nada más comenzar con los primeros acordes he notado cómo el suelo temblaba bajo mis pies al son de una serie de golpes intermitentes que procedían del piso de abajo.
Ajena a que la aparición de dicho ruido estuviera ligada al comienzo de mi sesión musical, pensé que quizás se tratara de alguna obra que se estaba llevando a cabo en el domicilio, con lo que continué tocando, hasta que la magnitud de los golpes me pareció excesiva y paré.
Inmediatamente, el temblor cesó y yo me quedé perpleja.

No consigo comprender cómo hay vecinos que no se dan cuenta de que, por ley, existe un horario en el cual está permitido el uso de instrumentos musicales en un edificio; pero menos aún comprendo cómo se le ocurre a alguien aporrear el techo para hacer callar a una persona que está en pleno derecho de dedicarse a su música.

Puedo entender que, en ese momento, algo sucediese en la vivienda y que, por ese motivo, el sonido les molestase pero, a mi parecer, con esa actitud sólo han demostrado su falta de educación, su incapacidad para vivir en comunidad y no tener la suficiente sensatez como para llamar a la puerta de mi casa y pedirme, por favor, que comenzase a tocar más tarde. ¿Dónde quedó el “hablando se entiende la gente”?

Así que se me ha ocurrido crear un método de comunicación basado en golpes y porrazos en el que esos vecinos y yo, sin necesidad de charla, podamos entendernos. Y así, todos contentos.






Con su permiso.

1 comentario:

  1. No sé si llamarlo denigrante o sencillamente decepcionante...

    Pero tú toca y sigue tocando, que siempre habrá gente deseando escucharte ;)

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