No veo la tele. Ni veo la tele ni hago deporte. Tan sólo paseo, de vez en cuando, por los lugares de la ciudad más alejados que se me ocurren. Sin predeterminación alguna. El único requisito importante es que en ellos haya vegetación; vegetación y poca gente. No camino en busca de iluminación divina o nuevas historias, ni tampoco para reflexionar sobre cuestiones profundas o filosóficas, simplemente lo hago porque mientras asciendo y desciendo por las innumerables cuestas de la ciudad, soy incapaz de pensar.
La inspiración raras veces me acompaña y, cuando lo hace, se va enseguida. Aun sabiéndolo, extrañamente nunca me doy cuenta de que se ha marchado hasta mucho más tarde, cuando regreso andando, sola, a casa.
miércoles, 27 de julio de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario